Un hombre pregunto a un sabio si debía quedarse con su esposa o su amante…el sabio tomo dos flores en su mano: una rosa y un cactus y le pregunto al hombre:
- Maestro, visito tu recinto para preguntarte si debo quedarme con mi esposa o con mi amante.
- Maestro, visito tu recinto para preguntarte si debo quedarme con mi esposa o con mi amante. –
El sabio por respuesta tomo dos plantas en su mano: una rosa y un cactus y le pregunto al hombre:
- si yo te doy a escoger una ¿cuál eliges? –
Y el hombre sonrió y dijo:
- ¡La rosa es lógico! –
Y el sabio respondió:
- Es más común que los hombres se dejan llevar por la belleza externa o la atracción física y eligen la forma más voluptuosa, lo que deslumbra sus ojos. Pero debes caer en la cuenta que en esos placeres no está el amor. –
El sabio hizo un silencio reflexivo y continúo:
- Yo elegiría quedarme con el cactus por que la rosa se marchita y sin remedio muere pronto. El cactus en cambio sin importar el tiempo o el clima seguirá igual, verde con sus espinas y un día dará la flor más hermosa que jamás hayas visto. –
El hombre estaba absorto escuchando al sabio, con un nudo de sentimientos en su garganta. Y el sabio con su calma y su amor le explicó:
- Tu mujer conoce todos tus defectos, tus debilidades, tus errores, tus gritos, tus malos ratos y aun así continúa contigo… tu amante conoce tu dinero, tus lujos, los espacios de felicidad y tu sonrisa, tu sexo y por eso está contigo, ahora dime hombre ¿con quién te quedaras? –
Entonces e hombre reflejado en ese espejo soltó a llorar, comprendiendo que la pequeñez de su mente no le había permitido dimensionar la grandeza de su mujer.
Extiendo mi invitación a cada mujer, para que se sienta plena y satisfecha de ser cactus en medio de las arideces del desierto y a pesar de muchas majaderías y descortesías de su marido, no le abandona, sigue firme hasta brotar la más bella flor.
También invito a cada hombre, cuya mente vive atrofiada por el físico sexo y descuidan a su esposa, a que piense un poco que esa mujer que siempre te acompaña en casa en las buenas y en las malas, ella es el verdadero tesoro que la vida te dio para formar un bello hogar. Pon la mano en tu corazón y ya no pisotees más la dignidad de la mujer que te ama por lo que eres y no por el oropel que tienes.
Un hombre íntegro y feliz, es aquel que sabe construir un hogar con el amor de su corazón.
©2014 Mahatma Nanda Olaya.
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